“Últimamente noto una realidad patente en los centros de trabajo y en la sociedad en general: el individualismo se presenta como una virtud. Se exalta la figura del ‘emprendedor de sí mismo’, del trabajador/a competitivo/a, autosuficiente, centrado/a exclusivamente en su bienestar personal. En muchas empresas, este enfoque se ha convertido en la norma: ‘Haz tu trabajo, preocúpate por lo tuyo, y no te metas en lo de los demás’. Pero esta visión, que parece inofensiva o incluso eficiente, es profundamente peligrosa para los derechos laborales y la dignidad colectiva.
Porque cuando dejamos de mirar al compañero o compañera, cuando nos volvemos indiferentes al que sufre acoso, al que es despedido/a injustamente, al que no puede conciliar o al que no cobra lo que le corresponde, estamos debilitando los pilares que sostienen nuestras propias condiciones laborales. Hoy es él o ella, mañana puedes ser tú.
El individualismo en el trabajo no es una casualidad. Es funcional a un modelo económico que busca desarticular a la clase trabajadora, aislarnos, enfrentarnos, convertirnos en piezas reemplazables de un engranaje. Nos quieren solos, desconectados, sin voz. Porque saben que la fuerza de los trabajadores y trabajadoras siempre ha estado -y sigue estando- en la unión, en el colectivo, en la organización.
Nada de lo que hoy disfrutamos como derechos laborales se ha conseguido por la buena voluntad de los empleadores o por gestos individuales. La jornada de 8 horas, las vacaciones pagadas, el derecho a baja por maternidad o paternidad, la protección frente a despidos injustos, la seguridad en el trabajo… todo eso se ha logrado gracias a generaciones de trabajadores y trabajadoras que se organizaron, que lucharon, que muchas veces pagaron un alto precio por avanzar un centímetro.
En UGT lo tenemos claro: frente al individualismo que divide, reivindicamos el colectivismo que construye. La acción sindical no es un trámite; es una herramienta viva, imprescindible, que sigue siendo la única defensa real frente a la precariedad, el abuso y la desprotección. Un sindicato no es un servicio externo: es la voz colectiva de quienes trabajan, la expresión de la solidaridad organizada.
Por eso, hoy más que nunca, necesitamos recuperar la conciencia de clase, fortalecer la organización en los centros de trabajo, cuidar al compañero y compañera, apoyar al que reclama lo que es justo, estar presentes cuando uno cae. Porque solo juntos se cambia la historia, como siempre ha sido.
Mientras haya desigualdad, mientras existan abusos, mientras algunos/as se enriquezcan a costa del sudor ajeno, el sindicalismo seguirá siendo necesario. Pero sin unidad, sin implicación colectiva, no hay sindicato que resista ni derecho que sobreviva.
¡No te preguntes qué hará el sindicato por ti, sino qué puedes hacer tú junto a tus compañeros y compañeras! Solo la solidaridad puede frenar el avance del individualismo que nos deja solos frente al poder”.
Alfonsi Álvarez, secretaria general de UGT Ciudad Real
toda la razón
pienso igual, hay que tener unión y nadie es mejor que nadie, y preocuparnos pos las compañeras y compañeros y por nosotros . El esfuerzo que nuestros padres, abuelos no debemos dejar en caer en saco roto y ante todo escuchar a los que entienden más que nosotros y nos ayuden e nuestro derechos, y una mano profesional que nos la tiendan de verdad.