La perspectiva de género en la Formación Profesional busca romper con los estereotipos y roles tradicionales, promoviendo la igualdad de oportunidades y resultados para hombres y mujeres en todos los ámbitos laborales. Esto implica analizar cómo las diferencias de género influyen en el acceso, la participación y la progresión en la Formación Profesional y diseñar procesos que aborden estas desigualdades.
Desde la infancia, los estereotipos y roles de género motivan la elección formativa. A las niñas les sigue costando interesarse por campos técnicos, mientras que los niños rara vez consideran las profesiones relacionadas con el cuidado o lo social. La ausencia de referentes tanto femeninos como masculinos es un factor importante a considerar.
Es cierto que la Formación Profesional ha sido considerada, desde siempre, como una etapa educativa masculinizada, de manera que se centraba en la oferta formativa para los sectores productivos más masculinizados. En los últimos años, la evolución de la FP ha mostrado un crecimiento progresivo, tanto en la oferta de ciclos formativos como en el número de personas que deciden estudiar un ciclo de FP. Sin embargo, persisten patrones de género en la elección académica, reflejando la escasez de mujeres en ciclos tradicionalmente masculinizados y de hombres en los tradicionalmente feminizados.
Efectivamente, la segregación en la elección de los ciclos formativos persevera, los modelos tradicionales se repiten en la elección de los ciclos disponibles: la mayoría de las mujeres eligen familias profesionales «feminizadas» como Servicios Socioculturales y a la Comunidad, Sanidad o Imagen Personal, mientras que la mayoría de los hombres optan por áreas «masculinizadas» como Fabricación Mecánica, Electricidad y Electrónica, Instalación y Mantenimiento o Transporte y Mantenimiento de Vehículos. Esta tendencia perpetúa los estereotipos de género y limita las opciones de las personas.
La igualdad de oportunidades y la plena inclusión de mujeres y hombres en el mercado laboral no es posible mientras persista la segregación de género en los ciclos de Formación Profesional. Sabemos que las mujeres suelen optar por profesiones con peores condiciones laborales y salariales. Aunque las tituladas en Formación Profesional STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) muestran mayor inserción laboral que las no STEM, su ventaja en la contratación indefinida se diluye con el tiempo y disponen de empleos a jornada completa en menor proporción que los hombres, además de sufrir una brecha salarial.
Aunque la presencia de mujeres jóvenes en las familias profesionales STEM de la Formación Profesional está aumentando, el avance es lento y solo unas pocas tituladas lideran esos espacios. Esta situación es preocupante, dado que el mundo laboral demanda, cada vez más, perfiles tecnológicos y científicos.
No es suficiente con fomentar el interés de las mujeres por los estudios y profesiones científico-tecnológicas. Es necesario también promover que los hombres accedan a esferas históricamente feminizadas, especialmente en los estudios de Formación Profesional. La reducción de la brecha de género en la FP requiere un cambio estructural y cultural que aborde las actitudes machistas, ponga en valor las características propias de las mujeres e impulse una elección de estudios libre de sesgos.
En definitiva, la perspectiva de género en la Formación Profesional es un enfoque esencial para construir una sociedad más justa e igualitaria. Al acometer las desigualdades de género en la formación y el empleo, se puede garantizar que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades de desarrollo y contribuyan al progreso social y económico.