El término “prevención de riesgos laborales con perspectiva de género” es muy amplio y hace referencia a la incorporación integral y transversal del principio de igualdad en la política de prevención de riesgos. …, pero a menudo, la política de prevención de riesgos laborales con enfoque de género es la gran olvidada.
La necesidad de aplicar la perspectiva de género en la cultura preventiva se debe a la evidencia creciente de que los riesgos laborales y las patologías causadas por ellos afectan de manera desigual a los hombres y a las mujeres.
Si tenemos en cuenta la antropometría de las mujeres y los hombres, las mujeres por lo general tienen menor estatura, distinta fuerza muscular, las manos más pequeñas y los brazos más cortos, lo que podría derivar en problemas musculares específicos en función del diseño del puesto de trabajo (altura/anchura de los distintos planos, distancias de alcance, dimensiones y peso de la maquinaria, equipos de protección individual…). En general, en el sector industrial, los equipos, las herramientas y la ropa de trabajo no están adaptados a las características anatómicas de hombres y mujeres. Es cierto que poco a poco las empresas están incorporando cambios para adaptar los equipos a una plantilla más diversa, pero sólo respecto a la talla y no al género.
El EPI debe adaptarse a la persona que lo usa, por ello, para su selección, hay que tener en cuenta los aspectos ergonómicos, las características morfológicas y el estado físico, además de la salud de la persona trabajadora que lo debe llevar.
Las diferencias existentes entre hombres y mujeres se deben tener en cuenta a la hora de seleccionar los EPI, ya que un EPI que no se adapte a la anatomía y fisiología del portador, además de no proporcionar la protección adecuada, puede impedir o dificultar la capacidad para realizar una tarea específica pudiendo, incluso, constituir un riesgo para los trabajadores/as o sus compañeros/as. Los EPI deben cumplir el aforismo hipocrático primum non nocere («lo primero es no hacer daño»).
La falta de EPI concebidos para las mujeres puede dar lugar a problemas de uso, y puede suponer pérdidas de productividad o fallos en el proceso de producción, aparte de riesgos para la seguridad y salud. Por ello, el diseño de los equipos de protección individual y de la ropa de trabajo debe revisarse en el mismo contexto que el diseño ergonómico de los lugares de trabajo y las dimensiones antropométricas.
Desde UGT CLM consideramos que la incorporación de aspectos relacionados con la perspectiva de género y la salud laboral en los planes de igualdad, es clave para protegerla seguridad y salud de las trabajadoras en los centros de trabajo, y la identificación y corrección de desigualdades contribuirá a reducir la siniestralidad y a crear espacios laborales más seguros para todas las personas.