Ambos sindicatos se han concentrado con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente para pedir empleos estables, salarios dignos, entornos saludables y protección social.
Ésta es una jornada para reivindicar que el trabajo decente no es una aspiración sino un derecho. CCOO y UGT han escenificado juntos, a través de una flashmob, que el trabajo decente gira alrededor de la democracia y la justicia social.
En representación de UGT Ciudad Real, María Teresa García ha recordado que “el trabajo decente significa contar que permita vivir con dignidad, con condiciones seguras e igualdad entre hombres y mujeres”. Por eso ha exigido a los poderes públicos y a las empresas “que refuercen las políticas de empleo, garanticen salarios que acompañen el coste de la vida y combatan la economía sumergida fortaleciendo a la Inspección”.
García ha lamentado que nos enfrentemos a problemas estructurales como la temporalidad, la parcialidad involuntaria, la brecha salarial de género, la siniestralidad y la precariedad que afecta, especialmente, a jóvenes, mujeres y migrantes. “Sin trabajo decente no hay justicia social, y sin justicia social no habrá democracia plena”, ha concluido.
La secretaria general de CCOO Ciudad Real, Esther Serrano, ha dedicado sus primeras palabras a la condena del genocidio en Gaza. “Sabemos que las empresas multimillonarias y el sector armamentístico alimentan las guerras con sufrimiento y precariedad laboral que sólo benefician a las élites y perjudican a la clase trabajadora”.
Serrano ha enumerado los requisitos del trabajo decente como son la estabilidad, los salarios dignos y la protección social, siendo el diálogo social y la negociación colectiva un pilar básico para conseguirlos. Precisamente ha recordado que en esta comunidad “se trabaja más por menos salario” y que en Ciudad Real hay 20 convenios que afectan a 84.000 personas trabajadoras. De ahí que haya instado a la patronal a tener “altura de miras” para avanzar en salarios justos para una vida digna. No hay que olvidarse de la transición ecológica y digital que “no debe dejar tirado a nadie” como ha ocurrido en Esserman cuando hay cambios en el modelo productivo.