La representación sindical de UGT en Caser Ayuda a Domicilio de Ciudad Real denuncia la “pésima” organización con la que, a día de hoy, se está prestando este servicio en la capital ciudadrealeña, una situación que ya ha puesto en conocimiento del Ayuntamiento y de la Delegación Provincial de Bienestar Social, administraciones a las que –tras la buena disposición demostrada- pide mediar y exigir responsabilidades a Caser.
Dicha desorganización se está traduciendo en jornadas laborales que se modifican prácticamente a diario y es que, si bien las alrededor de 60 trabajadoras que forman la plantilla del servicio de Ayuda a Domicilio cuentan con un cuadrante, éste no se respeta y se cambia cada día.
Se da la circunstancia de que el 95% de ellas trabajan con contratos parciales, con horarios muy irregulares en los que, en una misma jornada, lo habitual es que presten sus servicios unas horas por la mañana y otras tantas por la tarde-noche. Ello, sumado a que la empresa les trastoca continuamente el horario que van a tener al día siguiente, coloca a estas trabajadoras en una situación de gran precariedad laboral, sin posibilidad alguna de conciliar su vida laboral y familiar y sujetas a una disponibilidad absoluta por la que no perciben ningún tipo de complemento.
UGT manifiesta su preocupación por la falta de planificación en este servicio tan importante para la ciudadanía e insta al Ayuntamiento a que envíe una encuesta a los usuarios del servicio para conocer su opinión sobre la organización del mismo ya que, según alerta, la atención que se brinda no está siendo la adecuada.
En otras ocasiones las trabajadoras no son informadas ni asesoradas sobre casos de personas con patologías complicadas y viven abocadas a atender cada día a usuarios distintos sobre los que no saben prácticamente nada. En general, “los usuarios no tienen un buen seguimiento. No existe un sistema eficiente para registrar las incidencias que se van produciendo con los usuarios y con la evolución de los mismos y, a posteri, no nos informan de si se han llegado a subsanar los problemas”.
Por su parte, los usuarios no tienen claro lo que es la Ayuda a Domicilio ni las funciones de estas profesionales, lo cual está generando conflictos interpersonales que podrían resolverse con una adecuada información por parte de la dirección de la empresa.
“Somos las ‘kellys’ del sector sociosanitario”
Las 60 profesionales del servicio de Ayuda a Domicilio de Ciudad Real dependen del Convenio Colectivo provincial de Atención Sociosanitaria de Ciudad Real, convenio caducado desde hace más de un año y que las mantiene, además, con salarios muy bajos. Sus únicos incrementos salariales en los últimos años se han debido a las subidas del SMI. Exigen que su trabajo pase a estar regulado por el Convenio Estatal de Dependencia así como el cumplimento de la legalidad ya que –recuerdan- el convenio colectivo estatal recoge unas retribuciones mínimas que deben ser respetadas por todos los convenios provinciales o de empresa.
“Desde la sección sindical de UGT en Caser nos hemos propuesto visibilizar las condiciones tan precarias que tenemos y lo infravaloradas que estamos; somos las ‘kellys’ del sector sociosanitario, personas con cargas familiares que necesitamos este trabajo y que no nos atrevemos a denunciar nuestra situación porque sabemos que después van a venir represalias o incluso despidos”.
La representación sindical mira con preocupación y expectación la nueva licitación de este servicio. Espera que de la nueva concesionaria –si hubiese finalmente un cambio- salgan las soluciones que necesitan a sus problemas laborales y a los de la atención de las personas usuarias.
Intentos de agresión, insultos, amenazas…
Para UGT también es fundamental acometer urgentemente la prevención de los riesgos laborales a los que se enfrentan estas mujeres. La atención a personas dependientes, en muchas ocasiones con movilidad reducida, hace que entre ellas sean frecuentes las bajas por lesiones musculoesqueléticas, bajas que –vuelven a denunciar- “no son reconocidas como accidentes profesionales sino como contingencia común”. Esto hace -añadían- que “muchas nos tengamos que jubilar antes de tiempo porque físicamente no podemos continuar”
Del mismo modo, “en las casas pasan muchas cosas para las que nosotras no estamos preparadas y que tenemos que soportar. Hemos vivido intentos de agresión, insultos, amenazas… sin que haya un protocolo de actuación por parte de la empresa y sin recibir ningún tipo de apoyo. A algunas casas deberíamos ir dos personas, tanto por las dificultades que tenemos para mover a algunos usuarios como por estos riesgos a los que nos enfrentamos”.
Todas estas circunstancias –precariedad laboral, bajos salarios, dificultades a la hora de atender a determinados usuarios, presión por los horarios, miedo a represalias por parte de la empresa…- también están multiplicando los casos de ansiedad y estrés en la plantilla.
En juego –aseguran- no está solo su situación laboral, también la calidad de un servicio que no se está prestando como debería ser y se merecen los usuarios. “Somos trabajadoras a las que nos gusta ayudar a los demás y que queremos brindar una buena atención porque somos conscientes de lo importante que es para el usuario que pueda continuar en su casa y no tener que ir a una residencia”.